Canal de Bendición
El significado del verbo bendecir en hebreo, significa literalmente “doblar rodilla”. Esta palabra era usada para reverenciar a otra persona, expresando que la persona era importante, lo cual implicaba la idea de honrar a la persona, valorarla, profesarle aprecio y respeto; reconocimiento de que esa persona era valiosa.
Lo que me lleva a la conclusión de que para bendecir a otro se debe de ser necesariamente humilde, no servil, sino humilde, usted siendo humilde es de bendición para aquellos que son hijos, sabe callarse, no quiere solo imponer su criterio por mejor bien que le desee, esto es orgullo disfrazado de un amor humano, por eso dice que el amor que es de Dios todo lo soporta, no que aguante todo, sino porque sabe callar y por amor ve un criterio diferente y sabe hablar cuando tiene que hablar. En otras palabras usted es canal de bendición si es humilde.
Para el judío, el momento en que recibía la bendición de su padre era trascendental, marcaba un hito (un antes y un después) en la vida de las personas.
Por eso quiero que comprenda mi interés en reconocer a Jesús y su mensaje como hebreo, esto cambia la perspectiva de las cosas, se entiende la profundidad de las declaraciones, él no fue gringo, ni chino, ni latino, él fue de la cultura hebrea, y el trataba de expresar en este caso como tenía que ser las relaciones de bendición entre las personas de la tierra, entre las personas y entre las familias, una bendición era muy importante, no era una ceremonia, era súper importante para las relaciones. Para con el prójimo.
Es un estilo de vida, Ud. puede elegir bendecir o maldecir. Ser un canal de bendición o de maldición que puede ser sin querer ser de maldición.
Hay 4 aspectos importantes:
1 Contacto físico significativo
2 Una expresión verbal de profunda valoración
3 Una descripción de un futuro próspero y de crecimiento
4 El compromiso activo
Y es que el contacto físico proporciona una atmósfera de cariño e intimidad a las palabras que se dicen. “Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le beso; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo…” (Génesis 27:27)
¿Sabe qué edad tenía Jacob cuando esto evento ocurrió? Más de 40 años. La mayoría de los padres dejan el contacto físico con sus hijos, una vez que éstos llegan a la edad de asistir a la escuela; pero cuando dejan de tocar a sus hijos dejan de administrarle un aspecto vital de la bendición. Algunos padres, especialmente hombres, nunca han cultivado el acariciar a sus hijos.
La cultura dice: “Los hombres no abrazan a otros hombres, aunque sean hijos”, lo que Isaac le pedía a Jacob, era que se acercase para darle un estrecho abrazo, no el abrazo de una persona cualquiera.
La sensibilidad al tocar a una persona de Jesús fue evidente y no necesariamente estamos hablando de los niños.
Marcos 1: 40-42.
Aquí vemos un hombre adulto necesitado de contacto físico, un hombre a quien la ley le impedía tocar a una persona. Nadie podía pensar en tocar a un leproso. Al expulsar a los leprosos de la cuidad, la gente evitaba el contacto con ellos. Por cierto los leproso debían sonar una campana para que los identificaran, y si se acercaban mucho les tiraban piedras. Estas personas con las heridas abiertas cubiertas por mugrosas vendas, serían las últimas personas que alguien quisiera tocar. Sin embargo, lo primero que Cristo hizo fue tocarlo. Aun antes de declarar la palabra de sanidad le toco. Se imagina la escena.
¿Cuándo habrá deseado este hombre que alguien le tocara? Jesús podía haberlo sanado primero y luego tocarlo, pero lo hizo al revés, porque entendía la necesidad de contacto significativo de este hombre.
2.- Una expresión verbal de profunda valoración
“Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le beso; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido (Génesis 27:27)
Años después estando Jacob en su lecho de muerte, expresó similares palabras a sus 12 hijos al bendecirlos:
Cachorro de león, Judá (Génesis 49:9)
Neftalí, sierva suelta, que pronunciará dichos hermosos (Génesis 49:21)
Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente (Génesis 49:22)
Las palabras poseen un increíble poder para elevarnos o derrumbarnos; puede edificar a una persona, o pueden lastimarla profundamente, destruir una amistad, dividir un hogar o un matrimonio, destrozar emocionalmente a un hijo.
Santiago 3:5
Expresa elocuentemente esta verdad. Una palabra dada a un hijo puede convertirse para bien o para mal, en una especie de profecía, no porque el padre o la madre tengan el don de profecía y puedan visualizar el futuro, sino por el impacto que esa palabra produce en la afirmación o el derrumbamiento de la persona. Nuestras palabras marcan caminos para nuestros hijos, y dejan huellas imborrables en ellos.
Tanto el elogio, el reconocimiento y la alabanza como la crítica, la censura y el reproche pasan de una generación otra, como legado cultural de cada familia. Forman parte de la herencia de bendición o maldición que legamos a nuestros hijos, y dan lugar a la forma en que se hacen las cosas en cada familia ¡Cuidado con lo que estamos sembrando con nuestras palabras! Qué estamos trasmitiendo con nuestras palabras: edificación, valoración y afirmación o derrota, deshonra y desanimo.
Pero cuando las palabras de valoración están únicamente ligadas a la actuación de los hijos, pierden impacto. Si los hijos tienen que realizar algo para recibir la bendición, quedan con la inseguridad de si la recibieron o no. Si su actuación decae en algún momento pueden preguntarse una y otra vez: “¿Me aman por lo que soy o solamente por lo que hago?”.
La expresión verbal es un componente indispensable de la bendición familiar. Por eso si eres padre, déjame decirte que tu hijo necesita con urgencia oír de tus labios una bendición. Si estás casado, tu cónyuge necesita oír constantemente palabras de amor y aceptación.
3. Una descripción de un futuro próspero y de crecimiento
Eso fue lo que hizo Isaac con Jacob: “Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvanle pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen a ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren” (Génesis 27:28,29).
Una declaración de un futuro maravilloso, sin el compromiso activo, es una promesa hecha a la ligera. Serían como las promesas que hacen los políticos en campaña electoral.
¿De qué les aprovecha a nuestros hijos una declaración acerca de un futuro glorioso, si en el día a día no sienten nuestro apoyo y compromiso para que esa declaración se haga realidad?
4.- El compromiso activo
Esto debe de ser muy claro, si sabemos lo anterior y no lo hacemos, somos con címbalo que retiñe, sabemos la teoría pero no lo ponemos en práctica, seremos “intelectuales religiosos”, sabios en nuestra propia opinión.
Lo aprendido debe de ser un compromiso de hacer las cosas como dice la palabra, puedo ser de una determinada manera, pero los principios deben de ser activos, tiene que tener una acción.
Examinemos como nos manejamos y hagamos los cambios que sean necesarios para ser bendición.
Hugo Oberti