
Capítulo 6. La caída del hombre
Génesis 2:15 – 17
“Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.”
Dios había creado los cielos y la tierra, y toda la naturaleza, y le había ordenado al hombre que cultivara y cuidara del Jardín del Edén, que lo trabajara, y además le había dado autorización para comer de todos aquellos árboles, menos de uno: Del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque si comía de ese árbol dice que moriría.
Pero, ¿de qué muerte hablaba Dios? ¿De una muerte física? evidentemente que no; por lo menos no inmediatamente, porque Adam y Eva vivieron cientos de años después de la caída y la expulsión del Edén.
¿Entonces de que muerte hablaba? De una muerte espiritual.
La pregunta que surge hoy para nuestras vidas, es: ¿Este mandato solo fue para Adam o es para todos los seres humanos? ¿Hay libertad hoy para comer del árbol del conocimiento del bien y del mal sin morir espiritualmente? yo creo que no, hoy sigue siendo igual, si comemos del árbol del conocimiento del bien y del mal, ciertamente moriremos.
Definamos entonces en qué consiste la muerte espiritual:
Muerte espiritual, es la ausencia de la comunicación con Dios, es perder la presencia y las instrucciones de Dios.
Todos tenemos necesidad de esta comunicación con Dios, las 24 horas del día, no sólo cuando estamos en una iglesia, o cuando oramos, o cantamos, mucha gente se encuentra con Dios en medio de estas acciones mencionadas, pero cuando terminan, vuelven al razonamiento formal, porque dicen esos momentos son para cuando voy a la iglesia o cuando estoy buscando de Dios, ahora dicen ya tengo que volver a la normalidad de la vida, y entonces vuelve a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, comienza a vivir de acuerdo a su propio criterio y la muerte espiritual regresa a su vida.
Si la muerte espiritual llega a nuestra vida, entonces nuestro ser no puede funcionar cómo a la imagen de Dios, cómo fue creado, por estar incomunicado con la fuente que le dio la vida.
Es cómo una persona que nació sorda, no oye nada, aunque tiene todo el sistema auditivo, el martillo, el yunque, tiene todos los elementos pero no son efectivos, están muertos, por eso no puede oír, y tampoco puede hablar, aunque quizá emitirá ciertos sonidos incoherentes.
Así nos sucede si comemos hoy del árbol del conocimiento del bien y del mal, no escuchamos a Dios, y hablamos no lo que oímos de Dios, sino de nuestra propia naturaleza, porque a pesar de que su espíritu existe, está privado escuchar la voz de Dios.
Entonces esta persona puede hablar de Dios, ser religioso, hasta un sabio conocedor de la palabra, puede predicar acerca de Dios, pero estar muerto para escuchar su voz, por eso Dios llama muertos para El a los que están vivos siguiendo los designios de la carne.
Lo que pasó con Adam, fue que su espíritu se fusionó con su alma, y el alma tomó el control, por eso dice el escritor de hebreos, respecto a los hijos de Dios que se buscan revelación en la palabra de Dios.
Hebreos 4:12
“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.
¿Qué hace la palabra de Dios? Divide lo que estaba unido, el alma y el espíritu y juzga las intenciones más profundas del hombre, un hombre espiritual está en la capacidad de examinar hasta sus intenciones, no sólo si lo que hace es bueno o malo según su opinión, sino las intenciones más profundas de su corazón.
La palabra de Dios, divide el alma y el espíritu que estaban fusionadas en una sola por la caída del hombre, y volvemos a tener oportunidad de tener la comunicación con Dios, debido a que nuestro espíritu ahora está independiente, por eso es importante leer la palabra de Dios.
Esto es lo que sucedió con la venida de nuestro Señor Jesucristo, se recuperó la oportunidad de hacer vivir al espíritu del hombre y volver a comunicarse con Dios.
Pero cuando el apóstol escribe esta palabra, no había biblia todavía impresa, entonces cabe la pregunta: ¿de qué palabra hablaba? solo existía lo que los judíos llaman La Tora, el antiguo testamento, y los que la sabían bien esta palabra escrita eran los fariseos, pero ellos crucificaron a Jesucristo, estaban muertos, o sea comían del conocimiento del bien y del mal.
Veamos entonces de qué palabra hablaba el escritor: Cuando dice la palabra, usa en griego la palabra “logos”, que significa: “Expresión del pensamiento.”
Esto es importante, porque a veces hemos asumido “logos” es solo repetir lo que está escrito en la biblia, pero según dice “es la expresión del pensamiento de la palabra” es decir yo puedo repetir una palabra, pero no expresar el pensamiento del autor de la palabra, ya que no conozco el pensamiento del autor, las intenciones, entonces la repetición se vuelve en una expresión vacía.
Es como címbalo que suena, que no conoce el pensamiento de Dios, es una palabra vacía. Y ¿Quién conoce los pensamientos de Dios? Sólo el Espíritu Santo, por eso toda persona debe de reconocer que está separado de Dios, sino acepta a nuestro Señor Jesucristo como su salvador, no importa lo bueno que sea, sino reconoce que necesita el Espíritu Santo que se recibe cuando se rinde a nuestro Señor Jesucristo, no tiene posibilidad de escuchar a Dios.
Si para los expertos de la palabra de esa época no les sirvió el solo conocimiento del antiguo testamento, tampoco nos servirá a nosotros el sólo conocimiento del nuevo, sin el espíritu despertado en nuestro interior, para poder escuchar la voz de Dios. Por eso la iglesia y sus miembros deben de comenzar a aprender a escuchar la voz del Espíritu Santo, porque solo el Espíritu Santo, conoce el pensamiento de Dios, sino podríamos caer en el error de los fariseos, que eran buenos en su propia opinión.
Judas 1:17 – 20
“Ustedes, queridos hermanos, recuerden el mensaje anunciado anteriormente por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos les decían: “En los últimos tiempos habrá burladores que vivirán según sus propias pasiones impías.” Éstos son los que causan divisiones y se dejan llevar por sus propios instintos, pues no tienen el Espíritu. Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en el Espíritu Santo, mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna.”
Judas escribe a los cristianos que creían en nuestro Señor Jesucristo como su salvador y les dice que se cuiden de aquellos hermanos que se dejan llevar por sus propios instintos, que no tienen el Espíritu, que se dejan llevar por sus propias pasiones y que estos causaban divisiones. Pero no así a los que tienen el Espíritu Santo, pues ellos esperan pacientemente la vida eterna, que es conocer al Padre completamente.
Pero queremos hacer notar que puede darse el caso que algunos que viven según los instintos, si tengan el Espíritu Santo, pero no saben identificar la voz de Dios, y caminar de acuerdo a sus instintos todavía.
Y si no escuchan a Dios ¿a quién escuchan? pueden estar escuchando a a demonios o a sus propios razonamientos. Así le acurre a los espíritus de los brujos y hechiceros, ellos conocen un mundo espiritual, pero del otro lado, y ellos si saben escuchar la voz de demonios, produciendo influencias negativas en el mundo, pues sus espíritus pueden ser más fuertes y activos que los mismos hijos de Dios. Nótese que estamos hablando de espíritu con minúscula, es decir del espíritu del hombre, ya que ningún espíritu puede ser más grande que el Espíritu Santo.
Avancemos:
Visto entonces, lo que produjo el pecado de Adam, veamos ahora lo que produjo la cruz, para saber donde estamos.
Romanos 5:12
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
Esto fue lo que pasó con la humanidad, el pecado fue pasado a toda la humanidad, y la ley, los mandamientos, y los sacrificios no pudieron absolver al hombre de esta condenación, tenía que ser otro hombre el que pudiera redimir al hombre y este hombre fue nuestro Señor Jesucristo quien redimió a toda la humanidad con su muerte en la cruz, esto es extraordinario, si por un hombre entró la condenación a todos pasados y presentes. ¿Cuánto más por el hijo de Dios entró la salvación para todos los hombres? Esta revelación debería bastar para que toda la humanidad vuelva a nacer de nuevo.
La gente sabe mucho del pecado de Adam, pero poco de lo que sucedió realmente en la cruz.
Solo observar que Jesucristo, partió la humanidad en dos partes un Antes de Cristo. y un Después de Cristo, nos da la certeza de esta obra poderosa y disponible para todo el que cree. Jesucristo nos redimió en: Cuerpo, Alma y Espíritu, con su muerte en la cruz.
Veamos uno por uno:
En cuerpo, tal como fue anunciado, en libro de los salmos.
Salmo 22:15 -16
“Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte! Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies.”
Este salmo nos muestra, entre muchos textos que anunciaban la venida de Jesucristo, lo que sufrió El en la cruz.
La sed que fue saciada con una esponja de vinagre, las muchas partes de su cuerpo que fueron traspasadas, sus manos, sus pies, sus costado, todo esto y más para la redención del cuerpo, y se pudieran citar muchos versículos más, pero debemos avanzar a ver la redención del alma, y del espíritu.
Recordemos ahora como oraba Jesús en Getzemaní, para ver la redención del alma.
Mateo 26:37
“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.”
Entonces previo al sufrimiento físico, hubo una fuerte experiencia interna de angustia en su alma, se entristeció y también se angustió, o sea su alma quiso tomar el control, por eso necesitaba orar para que su espíritu sea fortalecido y no permitir que el alma tome el control y no lo deje cumplir con su destino.
Los demás discípulos se acostaron a dormir, se descuidaron y no fortalecieron su espíritu, por eso más tarde lo abandonaron, no habían experimentado sino valentía en el alma, había ofrecido morir por su maestro, pero cuando llegó la hora, esta valentía se esfumó y lo dejaron solo, y luego dice:
Mateo 26:38
Diciendo: “si te es posible pasa de mi esta copa”, pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Pero el Padre, no se la pasó la copa, se la tenía que tomar con todo el dolor para hacer la redención completa. Cuerpo, Alma y Espíritu, y así lo entendió. ¿Recuerda que antes de ser crucificado se le ofreció una copa de vino y mirra para anestesiarlo y así aliviar el dolor por todo lo que iba a soportar?, pero El se negó a tomarla, pues tenía que sufrir en plena conciencia el dolor para traernos libertad, prefirió beber de la copa de su sufrimiento y se la bebió tal y como fue presentada, sin ningún calmante, por lo que además de traer sanidad al cuerpo, también trajo, sanidad del alma, pues en el alma es que se tiene conciencia de uno mismo, a veces los hermanos tratamos de aliviar el alma de otro hermano, y en ocasiones Dios mismo desea que exista aflicción, para traer la sanidad.
Muchos miramos solo a los dolores físicos que sufrió el Señor en la cruz, pero no nos hemos detenido a observar, lo que El sufrió en su alma.
Veamos:
Juan 12:27-29
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.”
Ya había ocurrido la resurrección de Lázaro y lo habían recibido en Jerusalem con palmas, era un momento muy importante y la gente quería que El se coronara Rey, para que se levantara una insurrección y que Israel volviera a gobernar.
Algunos griegos querían hablar ahora con Jesús y los discípulos fueron a decirle al maestro sobre esto, y sabe ¿cuál fue la respuesta de Jesús? Ahora está turbada mi alma.
¿Cómo va a estar turbada, si era famoso?, porque El sabía en su espíritu, lo que tenía que pasar, en este momento no era el cuerpo el golpeado, sino el alma, muchas veces nosotros pasamos por alto esto sufrimientos en el alma, pero todo esto era necesario para traer redención al alma tanto cómo al cuerpo. Pero además necesitaba redimirnos en nuestro espíritu, veamos
Mateo 27:45 – 46
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí,
¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Este es un episodio muy duro, Jesús estaba en constante comunicación con su Padre, a través del Espíritu Santo, pero en este momento su Padre lo abandona, parece que Dios fuera muy malo, pero no es así, sino que por amor a nosotros debía dejarlo solo para que redimiera nuestro espíritu.
El Espíritu Santo se fue, ¿sabes por qué?
Porque lo que separa al hombre de Dios es el pecado y esos pecados, tenían que estar en Jesucristo el momento de su muerte, los del pasado, el presente y el futuro de toda la humanidad, y Dios se separó de su hijo, de su parte espiritual para que todo nuestro ser espiritual sea también salvado en la cruz,
¿Y sabes qué más? Ya separado de Dios, en toda su naturaleza humana, el enemigo se burló de El, pero El se humilló, y luego fue resucitado y está sentado a la derecha del Padre. Por esto es que a los hombres que son autosuficientes, Dios tiene que humillarlos, para que reconozcan que necesitan al Señor, toda la vida.
Entonces cuando el Espíritu Santo traslada esta muerte a una experiencia personal, para que seamos totalmente libres, pues Dios espera que vivamos continuamente en comunión con El, solo en nuestro espíritu.
Esta es la más elevada posición del hombre así sólo entiendes que estás sentado en los lugares celestiales, así sólo entiendes que tienes un futuro y porvenir, y lo más importante así sólo entiendes como manejarte para construir una casa agradable a Dios, sólo escuchando y sirviendo en espíritu.
Pero sigamos con la salvación y la regeneración que trajo la muerte y resurrección de nuestro Señor.
Efesios 2:6
“Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”
Aquí vemos la obra completa de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, fuimos muertos, resucitados y sentados en los lugares celestiales.
¡Ya! en un solo momento, no es una obra que hagamos nosotros, sino que hizo Jesucristo; entonces: que debemos hacer nosotros, simplemente apropiarnos de esta verdad de la redención y regeneración completa de nuestro ser.
Esto era lo que el apóstol Pablo estaba experimentando en su vida, que lo queremos mencionar como un ejemplo de cómo debe de ser nuestro caminar ahora que conocemos a Jesucristo.
Filipenses 3:10 – 15
A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.”
Dice el apóstol Pablo que estima todas las cosas pasadas en su vida antes de Cristo, como basura, se desliga de su atadura de ellas, razonamiento sobre la ley, y su esfuerzo para cumplirla, sino que sólo camina por la fe en Jesucristo.
¿Y sabe lo que me asombra?: Dice “a fin de conocerle”. ¿O sea que no lo conoce? Pablo, el que predicaba la palabra con denuedo, el que hacía prodigios en el nombre del Señor. ¿No lo conoce? y tampoco conoce el poder de resurrección.
Pero antes dice en efesios que nos había resucitado. La respuesta es que en los versículos anteriores manifiesta algo que sabe, pero que no conoce todavía, por eso se trata todos los días de hacerse semejante a nuestro Señor, crucificando su carne todos los días, para alcanzar esto que sabe, pero que no ha alcanzado todavía.
Y luego hace declaraciones de otra cosa que sabe y que debemos de saber todos. Que somos perfectos, y nos insta a todos a sentir lo mismo.
