Las dos Leyes

Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

Aquí vemos claramente que el apóstol Pablo menciona la existencia de 2 leyes, de las cuales vamos a hablar el día de hoy:

La ley del Espíritu de vida y la ley del pecado y de la muerte.

1.- Hablemos de la ley del pecado y de la muerte.

Leamos en la misma carta lo que el apóstol Pablo dice respecto a esto:

Romanos 7:14 Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado.

Es decir no habla mal de la ley de Dios, y se refiere a la ley dada por Dios a Moisés. Sino que dice que esta ley, más que una letra escrita solamente es espiritual. Clarísimo. Tiene una intención un espíritu dentro de ella.

Sigamos: 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena.

En otras palabras, cuando hago algo que se va en contra de la ley, entiendo que está mal y veo las consecuencias en mi vida, es decir la ley no es mala, me enseña lo que está mal, y estoy de acuerdo con ella, es decir reconozco que lo que me dice está bien. Y como lo reconozco, debido a las consecuencias de romperla.

17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.

Aquí hay algo que debemos diferenciar, está escribiendo el apóstol Pablo, que no estaba cometiendo pecados altamente conocidos como tales, es decir, asesinato, robo, calumnias, injusticia, mentiras, borracheras, orgías, nada de eso que todos estaríamos de acuerdo que son pecado, estaba hablando de un nivel superior de vida, de felicidad, de servicio a Dios.

Así que hablaba del pecado que habitaba en el, no era ese tipo de pecado, porque esto lo cumplía bien, inclusive antes de ser cristiano, trataba de cumplir la ley que conocía muy bien. Hablaba de servir a Dios, de su entendimiento del cambio que había operado en el que siempre trataba de servir a Dios y ahora sabía como.

Sigamos:

18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19 Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.

Yo creo que la mayoría de la gente es buena, como Pablo y realmente desea no hacer el mal, pero lo hace, inconscientemente muchas veces, o conscientemente muchas veces y se da cuenta de aquello, pero lo sigue haciendo, esto es lo que dice Pablo, hago lo que no debo, lo que se que está mal.

Grito, miento, hago algo injusto, hago lo que quiero, no lo que debo, como lo que quiero, no lo que debo, trabajo más de la cuenta, no descanso, no confío en que sigo la ley de Dios y cumplirá su palabra, es decir hago algo diferente a lo que Dios dice, y no es que soy malo es que me domina una fuerza en mi interior que me quiere obligar a hacer lo que quiero, está en mis miembros.

Sigamos:

21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22 Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.

Aquí aparece esta fuerza que Pablo llama, la ley del pecado que estamos hablando. Vive y está presente, no se ha muerto dice Pablo, está en mis miembros. Y me quiere hacer esclavo.

No habla de la ley escrita en si, esta no es mala, le fue dada a Moisés, por Dios. Sino de una ley que está en el cuerpo, en la naturaleza humana, corrupta que aunque quisiera no puede agradar a Dios. Por eso no leer la biblia, está mal, porque Dios da la ley para que la leamos y aprendamos, no hay tal que soy espiritual y no leo la palabra, no hay que leerla.

Y sus acciones, por lo tanto la ley es buena, ya que le muestra las cosas malas que no lo dejan crecer y agradar a Dios.

Y sigue: 17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no.

Aquí viene la enseñanzas clave para nosotros como hijos de Dios que queremos servir a Dios en todo lo que hacemos, no estoy hablando de servir en el ministerio, sino de servir a Dios en la vida diaria. De servir al Reino de Dios con mis talentos y buenas obras de acuerdo a la ley.

Para aclararlo mejor se lo pongo de esta manera, tengo una persona que trabaja para mi y que yo se que es torpe, pero si no hace nada y permanece sentado todo está bien, pero cuando le pido que haga algo, entonces comienza a tropezarse, tumba las cosas, rompe los vasos, y hasta algo muy preciado lo puede tumbar, esto es lo que pasa cuando queremos servir a Dios en la carne, no en el espíritu, hay buenas intenciones pero no podemos.

Para eso son las experiencias dolorosas que se pasa cuando se quiere servir a Dios y vienen las preguntas, si hago en mis fuerzas lo posible para servir a Dios, porqué me pasa esto y aquello, ¿por qué me enfermo? Porque he roto alguna ley y he actuado como carnal en ciertas cosas entonces luego mis consecuencias, estar en Cristo no me libra de las consecuencias de no obedecer. Me da las fuerzas para obedecer, si te dejas llevar por la ley del espíritu obedecerás. Para esto es la ley, para darnos cuenta que nosotros no podemos.

Cada vez que la vemos y la tratamos de cumplir en nuestras fuerzas, algo falla, pueda ser que algo se cumpla, pero algo falla. Entonces la ley cumplió su propósito, nos hizo dar cuenta de que en nuestras fuerzas no se puede, hay que buscar fuerzas en el Espíritu Santo, en Jesucristo.

La palabra dice que La ley es mi siervo (mi ayo) para llevarme a Cristo.

Gálatas 3 23 Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada. 24 De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe.

Y aquí entonces se muestra la maravilla de la obra de Jesucristo en la CRUZ

Aquí vemos como la ley me lleva a Jesucristo.

Fíjese lo que hace Pablo en Romanos 7: 1-4

7 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? 2 Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al marido. 3 Así que, mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es adúltera aunque se una a otro hombre. 4 Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Esto no tiene nada que ver con matrimonio, ni trate de aplicarlo de ninguna manera en su vida matrimonial es un ejemplo de Pablo para entender la nueva vida en Cristo.

2 Maridos y 1 mujer, pero ella solo puede ser esposa de uno, y esta casada con uno, este esposo es la ley, no es que este hombre sea malo, pero ella y el no se llevan bien, el quiere que todo se haga perfecto, ella no puede además es bastante liberal y se permite ciertas fallas, el quiere que todo sea preciso, ella es al azar, el quiere que todo esté programado para el futuro, ella toma las cosas como vengan.

Oiga el siempre está pidiendo cosas, y ella estea harta de no poder, auque sabe que lo que pide es bueno, entonces este matrimonio no va muy bien, hay que hacer algo, pero no puede deshacer el matrimonio, porque no le es permitido.

Vea al otro que podía ser su marido que está de acuerdo con las cosas que pide el primer marido, pero la diferencia está en que este nuevo hombre quiere ayudar, no solo exige sino que ayuda.

¿Dónde está esa ayuda? Hay que buscarla en el Espíritu.

Dice esta escritura cuando Pablo lo compara con un matrimonio que nosotros somos esa mujer que la ley le pide cosas buenas pero no puede cumplirlas, entonces ¿cómo nos libramos? Solo con la muerte del marido, pero el marido no que es la ley, no quiere morir, ni va a morir nunca, de hecho Jesús dijo: ni una jota ni una tilde van a pasar hasta que toda la ley se cumpla, las leyes son dadas por Dios y así se conduce uno en el reino.

¿Entonces qué? Alguien tiene que morir para disolver este matrimonio y poderme casar con este otro hombre, y aquí viene la solución: muere la mujer, para eso vino Jesucristo a morir en la cruz y llevarnos a nosotros también, quiero que vea esto, no es sustituto de nosotros, es que nosotros también morimos hace 2000 años.

Y entonces debo de volver a nacer. (Nuevo nacimiento) y ahora si me puedo casar con el otro, ya soy libre soy una nueva persona. Hay que nacer de nuevo, y entonces me caso con este nuevo hombre que trae la ley del espíritu de vida, que me ayuda a caminar de una nueva manera.

Esto es el nuevo nacimiento, la nueva vida en el espíritu, el que me ayuda a agradar a Dios a ser ciudadano del Reino, por el Espíritu puedo ahora ser transformado.

Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

Ahora si: estoy casada con otro, y bajo la ley del Espíritu de vida, ya estoy libre de la ley del pecado, que está en mí, debo de recurrir a este nuevo marido que me ayudará a Seguir.

Continuará…

Bendiciones

Hugo Oberti